Días sin horas

lunes, octubre 31, 2005
 
Llega la noche

¿ Se puede acabar algo que nunca ha empezado? Es como si te doliese una parte de tu cuerpo que nunca has tenido. Quizá como cuando te despiertas de un sueño, en el que llevabas una vida maravillosa, ... claro, de sueño. El aturdimiento pasa rápido, pero esas décimas de segundo que dura el darse cuenta de que vuelves al mundo real consiguen tensar toda tu espina dorsal.

Pero ahora ya está, el sol se ha puesto y el bosque ha ardido. No queda nada, solo la noche, con una luna aséptica, y en la tierra solo hay, eso, tierra. Arena fina que cubre toda la superficie, como si de una moqueta se tratase, arena gris y amarga. Ya no hay lugar para los miedos, para las noches frías añorando unos brazos cálidos, para las lágrimas de “dime que me quieres”. Posiblemente sea el vacío lo que más duele, porque no lo ves ni sabes de donde viene, sólo que no está.

Sigo mi camino, pegándole patadas a las piedras para que me hagan pensar en cualquier cosa. Coleccionando estrellas fugaces, hasta que encuentre a otro ángel que me haga olvidar, de la pasión de la fugacidad.

Pero el camino no parece duro, simplemente llano, antes era más difícil pero más intenso. ¿Otro reto? Quizá cuando muera la esperanza de que vuelva, la esperanza tonta de que sienta mi ausencia.

Una nube. Parece que va a llover. Esta noche me mojaré.


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miércoles, octubre 19, 2005
 

El fin del sueño

Me había perdido, fui detrás del reflejo de una estrella, y acabé en medio de un bosque que no tenía salida. Y me puse a llorar, a decirme lo tonto que había sido, lo mucho que me merecía acabar así, que no lo haría nunca más, que ya no me gustaba volar, ni soñar ni contar cuentos. Esta vez me pondré piedras en los bolsillos para no despegarme de la tierra. Pero no me consolaba nada de lo que me decía, todo había sido un sueño. Ya ni veía la luna por las lágrimas que se precipitaban desde mis ojos. No hay nadie ya conmigo.

Y la luna me mece con ternura, y me canta al oído:

Angelito de ojos tristes, no llores tanto. No llores tanto porque tu llanto, me hace llorar a mi. Y yo haré que en tu cara amanezca un sol, yo haré que te sientas feliz.

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Días sin horas...

¿Por qué vuelven los días sin horas?
¿Por qué me he quedado con esa imagen en la cabeza y no deja de repetírseme en sueños para decirme que "no me quiere"?
¿Por qué tiene que seguir vibrando las cuerdas de mi alma con su recuerdo pese a todo?
¿Por qué los minutos siguen despeñandose contra mi conciencia?

¿Qué habré hecho yo para merecerme el vacío más absoluto en la tierra?
Quisiera anestesia para el alma. No hay. Doctor, déjeme llorar.

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