Días sin horas

viernes, julio 04, 2008
 
Sus pasos por la acera suenan a guitarras mestizas, talones a contratiempo.
Faldas con volantes de colores que giran y deforman el pavimento. Colores de raíces que se han mezclado con su caer desenfadado y reivindicativo.

Acento con letras caídas y pasiones levantadas. Envolvente en su sonoridad flamenca.

Caderas que rechazan la homogeneidad de la cal de las paredes. A mí me sabe a besos deslizándose por unos muslos de arena.

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miércoles, julio 02, 2008
 
Déjame acunarte en mis brazos.
Déjame mecer tus sueños en mi duermevela.
Déjame acariciar tu cuello que tienta mis labios.
Déjame cuidarte pese al empalago.

Porque siento la necesidad de ceñirte a mi cuerpo, y sentir toda tu piel contra la mía. El vaso de besos derramado por tu vientre, que me recuerda la necesidad de volver siempre al sur de tu cuerpo, de nuestro mundo. Tú que me sugieres tantas ideas del Sur de mis recuerdos, de una Andalucía de casas blancas y bugambillas . La arena y sal seca en la piel, cristalizando los besos de playa que se vierten en tus hombros. El aire de los atardeceres de verano, que huele a mar y a frescura templada.

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martes, julio 01, 2008
 
Tantos años creando un personaje de mí mismo, dejando de lado ese lado más inseguro y timorato para crear un dulce "cabrón". Eso que ha sido mi fachada que luego escondería algo más sentimental, vuela por los aires. Y mientras la veo caer y despedazarse, me pregunto si ha merecido la pena llevar la armadura, o si ha merecido la pena el romperla.
Ahora completamente vulnerable, con los sentimientos en carne viva, la miro a los ojos, al otro lado de la almohada. Pienso si debo decir todo lo que pienso, aun cuando todo va versando sobre mis inseguridades, poniéndome, así, como el no-héroe de mis cuentos, que encajaba para la chica etérea, de luna becqueriana. ¿Le gustaré igual? Aun no sé por qué carajo le gusto. No es que no crea que no tenga nada que ofrecer ni que sea poco, sólo que es diferente, que no sé dónde le encaja. ¿Nos puede gustar alguien porque sí?

Sea como sea, mi piel la busca cuando no está, en el metro, en la oficina... y finge sentirla, haciendo restallar una amarga sensación de ausencia. Esto mismo me pone nervioso, me siento como un adolescente que no sabe muy bien qué hacer. Me sabe a poco el tiempo que estoy con ella, y cuando no estoy deseo más, como si quisiera abrazar toda la eternidad para que me acompañe. Es ridículo, y lo sé, pero da igual.
Me invade los celos de quién pudiera haberla besado, abrazado o querido en otros tiempos. Como Muñoz Molina en el Jinete polaco. En una comparación injusta con aquellos que lo pudiesen haber hecho mejor. Me consuelo cuando busco entre los pliegues de las sábanas y encuentro sus manos que aprietan las mías, e intento convencerme de que si está aquí, será por algo. No sive de mucho, como intentar atrapar el viento. Acabo resignándome y dejando al viento surcar mis recuerdos.

Como siempre me ha dicho mi Sancho, y Don Quijote a la vez, cuando le preguntaba "¿qué será de nosotros?", lo que nosotros queramos. Que así sea, que me dure, y que siga bailando sobre la cuerda floja mi yo más íntimo, más frágil, y a la vez más esencial.

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