Días sin horas

miércoles, enero 27, 2010
 
Restallaba el sonido de sus tacones por las calles que anudaban el centro de la ciudad. El sol, que prometía ya la primavera, acentuaba el olor a heliotropo que se derramaba de su cuello. En sus caderas mis recuerdos y los que quiero creer que aun le quedan a ella.

No bajé, me quedé desde el balcón mirando como pasaba. Quise creer que me intuía y que el no mirarme fue por coquetería, por querer hendir un poco más su olvido.
A esa distancia ya no dolía casi, no más de lo que dolían las fotos en las que acababa reincidiendo, y que hice cuando pensaba que el tiempo había perdido su significado, que era una leyenda, sólo quedaba la inmesa vastidad de su piel.

Casi sin querer me di cuenta de que había sido uno más de los que lloraban su falda, que tantos otros hubo y tantos otros habrá, y que era esa huidiza belleza la que dejaba el peor sabor de boca, el de la oportunidad perdida. Oportunidad de tener una vida diferente, de encontrar la salvación entre unas piernas, de la falsa felicidad con la que barnizan los libros y las películas que nos enseñan a esperar demasiado de los demás.

Se perdió entre las calles y yo no hice nada más que apuntar cuatro palabras en un cuaderno, prometerme por enesima vez que no volvería a pasar por la puerta de su casa buscando un encuentro fortuito, y poner a girar el CD que me recordaba que yo no era más que otro muchacho de las aceitunas.

La Tarara - Camarón de la Isla
http://www.youtube.com/watch?v=RMqJeKkcNV0

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lunes, enero 04, 2010
 
El cielo metálico llegaba más allá del final del horizonte. La carretera se abrazaba a la tierra como huyendo de las gotas de agua que la atravesaban sin herir. Llovía suavemente.

Llegó un cartel que yo llevaba un rato esperando, una ciudad tan lejana como imposible se cruzaba en el camino, y me invitó a pensar en ella.

Imaginé una plaza que se llama como un barrio, y un café que no se llama tertulia. Imaginé caderas ondeando por las escaleras que subían a un segundo piso que probablemente no existía. Yo la seguía, y me fijaba en como las piernas que nacían de sus botas se entrelazaban en un ramo de curvas que sugerían sus pantalones.
Hubo café, hubo miradas complices, hubo manos que se buscaban y pies que se encontraban.
Pero no dio tiempo a más, la carretera salió de su estado tangencial a la ciudad y los pensamientos se quedaron en la cuneta.

http://www.youtube.com/watch?v=AhYRIbGVNl0&feature=related

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