viernes, enero 31, 2014
Me hago mayor, muy mayor. Encuentro
recuerdos, releo emails cargados de sentimientos, y parecen de
historias ajenas a mi vida. ¿Cuándo he sabido yo articular tanta
visceralidad? ¿Acaso era eso estar vivo y ahora he muerto? Serán
delirios de post-adolescencia derramados por la adultez, pero qué
duro sentirse tan frágil y vulnerable en otros momentos, qué
claridad encuentro en las situaciones después de tantos años. Pero
ya no temo a los “y si”s, me dan igual, y quizá no deberían
para devolverme esa pasión revoltosa. Lo cierto es que mi vida se ha
solidificado y estoy bien, encaminado hacia el horizonte del adulto
que quise ser.
Ya no quiero ser el chaval triste que
trepaba por tus caderas a base de palabras. Todas esas palabras que
he ido reencontrando en la tarde de hoy, en la que he pasado por
todos mis 20... 10 años, 10 malditos años llenos de las sensaciones
más maravillosas que un ser humano puede experimentar a esa edad. No
sé si conservaras todas las palabras que te escribí, parece que yo
sí, o algunas de ellas. Son bonitas, aunque dejan un regusto amargo.
Es un trazo borroso, porque no se sabe dónde acaba, no está toda la
información, y me permito reconstruirlo al gusto. ¿Te puedes creer
que había cosas que no recordaba? Sí, suena absurdo que pensara que
podía recordarlo todo. Pero en el fondo lo esperaba. Fueron
muchísimas más palabras de las que recordaba, y más extendidas en
el tiempo. Se han acabado los 20, y los 30 suenan diferente. Espero
no echaros de menos. Hagamos, antes, un brindis, a los escuderos y a
las princesas que acompañaron a este Don Quijote que ha aparcado el
yelmo de cartón.
|