Días sin horas

miércoles, julio 19, 2006
 

Completamente aterrorizado. Desubicado. Vuelto a perder en mi propio camino, ¿en qué punto me equivoqué? Si es que me he equivocado. La proximidad de un desplome de todos los andamios que sostienen mi alma, genera la tensión infinita entre los dos costados de mi pecho. Las costillas se oprimen y se contraen sobre sí mismas, para no dejarme respirar en ese segundo que tardo en darme cuenta de que ya no duermo, y que creo que me ahogo. Con los pies aun llenos de arena, no puedo dejar de recordar cada caricia o cada evasión de caricia; qué amargo se me hace el amanecer hoy.

Sólo te necesitas a ti mismo para ser feliz, eres autosuficiente... hoy no me sirve, hoy siento que necesito sentirla cerca, notar las clavículas enzarzadas y mi boca sobre su cuello, sin decir nada, obviando todo.

Que angustia la de vivir así, sé que me puedo acostumbrar, pero no quiero. Quiero que sea como yo deseo, tan bonito y tangible. Mis manos en sus caderas sin la tribulación de fantasmas. Hoy amanece boca abajo.



Sigueme por RSS