Y al final la maté,
La maté y la desollé.
La esperanza, impávida, me sonreía,
con su muerte había vencido.
Como el Dios de los cristianos,
que muriendo ganó su palabra,
su reino.
Y así borré sus caminos,
deshice sus fotos,
decidí entender que jamás existió.
Y así ha muerto, sin pena ni gloria.
Ella que fue tan plena, muere luna nueva.