Si se plastifican los sentimientos y las sensaciones, mueren las pasiones, quedando sólo las láminas metálicas sobre las que latían. Causan vacío las vidas parabólicas, nada de gritos ni quebrantos, sólo el puro fluir de la nieve deshaciéndose.
Ya no huele a rebelión ni a libertades gritadas, sólo la existencia que se desliza entre los balcones sin macetas ni ropa tendida. Dejando a macerar la rabia y el amor en el plato del sudor que alguien vinculó al pan. ¿Qué es ésto? El alma impresa en el pecho, que ni siquiera es tuya, sólo el alma que se derrama por los cristales de las ventanas de las tardes de cinco grados. ¿Dónde están las lágrimas que echan de menos? Me quedan tantos abrazos por dar que me van comiendo las yemas de los dedos, para que no te pueda volver a tocar más.