Son las tardes de lluvia, que ahora ya sólo las concibo en fin de semana, las que me traen de nuevo la sensación de ti. Porque suena la música que rebota en la habitación, y sale fuera para golpear las gotas que no consiguen levantarse del suelo.
Porque es entonces cuando te apareces en mi cama, amoldando tu espalda a mi pecho, dormida sobre mi almohada. Cuando yo puedo jugar a quererte, y a decírtelo, y a susurrártelo. A volver a buscar tu pelo con mi nariz, y a seguir tus curvas inertes con mi dedo, pensando que te acaricio, pensando que eres, pensando que estás.