Pero encontraba en su mirada delicada los vestigios de una cultura punk que nunca se acabó de creer, pero que le hizo crecer. Estaba tan hermosa con su vestido y su sonrisa, que cuando se acercaba y me cogía del brazo para susurrarme en medio de la algarabía de otro concierto que ya no escuchábamos, sentía la mirada de su novio, que no era tal, si no el fruto de mi deseo de que se sintiera celoso y tenerla a ella, sólo para mí, aunque fuera un rato. ¿Sería ella cómplice de nuestra infidelidad inventada? 6:47 p. m.
Comments:
muy buen relato. Como siempre, excelente Quique! un abrazo!