Días sin horas

miércoles, agosto 11, 2010
 
II
Acudió puntual a la cita. Demasiado puntual, aun faltaba media hora y las taquillas no estaban abiertas. Decidió dar un paseo por la calle Bélgica.
No había prácticamente gente. Era un Martes por la noche de Agosto, y si Valencia ya es una ciudad desértica en verano, lo es más un Martes por la noche.
Se fijaba en cada una de las personas que pasaban. ¿Sería ella?. Unas sandalias cruzaban la acera ligeras, y de éstas brotaban unas delicadas piernas canela. Seguro que no era ella, no la había visto en su vida. Pero era tan sugerente que no se resistio a preguntarle estupidamente.
- ¿Eres Alba?
- No - contestó la chica mientras aminoraba el paso sin llegar a frenar.
- ¿Y una anónima?
Ella paró del todo y sonrió.
- Cuando me conviene sí.
- ¿Te apetece una película en los Babel?
- Si me quieres invitar a salir, dame por lo menos un día, ¿no? Es lo socialmente aceptable.
- Ya, pero como ya estaba aquí.
- ¿Te has puesto en la calle a ver si alguna aceptaba ir al cine hoy contigo?
- Sí, quería llevar un paso más allá lo de abrazos gratis. Cine gratis.
Una leve carcajada de ella.
- Hoy no puedo, he quedado.
- ¿Y un abrazo?
Le dio un abrazo suave, y empezó a caminar en dirección contraria.
El subió el tono de voz y canturreó las primeras notas de la conocida canción.
- Summertime.
- And the livin' is easy
Seguía alejándose, así que tuvo que subir un poco más la voz.
- Eres la chica de mis sueños.
- Lo sé - dijo girando la cabeza para que viera como sonreía. Se colocó un mechón de su pelo rizado castaño tras la oreja, y le lanzó un beso al aire.
- Y, ¿qué voy a hacer?
- Si mañana hay cine gratis a la misma hora, quizá me apunte.
- Hecho. ¿Cómo te llamas?
- Llámame Anónima. So hush baby, don't you cry.

Otra Anónima ya era excesivo pero se le había escapado. Ella ya se perdía al doblar una esquina, y el miró su reloj. Menos cinco. Menos mal que ya he comprado las entradas, pensó. De una carrera llegó a la puerta del cine.

La sala estaba prácticamente vacía. Dos matrimonios, un hombre solitario, una pareja de jóvenes y un grupo de tres amigas que piaban sin parar.
Fue en este momento cuando pensó por primera vez que ella podría no venir. Si es que había una ella. Podría haber sido fácilmente engañado. Algún amigo bromista. Empezó a sentir tanta vergüenza que se fue hundiendo en el asiento, escondiéndose de la posible emboscada.

La película empezó. Los primeros quince minutos no hay palabras de por medio, las imágenes de suceden y fluye la soledad de la protagonista.

Ya había perdido toda la esperanza cuando una mano cruzó el espacio que hay entre butacas y le tocó el hombro.
- No creía que me fuera a atrever - susurró.
- Ni yo. Ponte a mi lado.
Sabía quien era pero no se acordaba del nombre. Quizá había hablado con ella una o dos veces en su vida. Era una chica del instituto, un par de años menor que él.
Ella se puso a su lado. Era una chica dulce, con el pelo rubio ligeramente ondulado, labios carnosos. Venía con una camiseta de tirantes y una falda pantalón que dejaban a la vista unos muslos suaves ligeramente morenos propios de una piel blanca en verano. Es realmente guapa, pensó.
- ¿Cómo te llamas? No me acuerdo.
Ella le cogió de la mano y le dijo: Llámame Alba si quieres.
No insistió, aunque sabía que no se llamaba Alba. Era María, o Marian, o Miriam, algo así. Daba igual.
Aunque ya estaban susurrando, ella se acercó más a su oído.
- When I touch you I feel happy inside, it's such a feeling that my love, I can't hide.





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