Días sin horas

domingo, abril 10, 2011
 

http://www.goear.com/listen/53960e9/naila-lila-downs

Mientras maldecíamos a nuestros antecesores por habernos dejado este mundo de vida sin vida, con ritmos desacompasados, sin tiempo para pensar; recorría con la yema de mi dedo el horizonte de tu pómulo. Solía en el tocadiscos música desterrada de las radios, de los CDs, de los mp3, de la memoria de la mayoría. Música del caminar de una falda criolla en el nuevo mundo, una falda que encontraba su sentido en el subir y bajar de las escaleras de aquel hotel polvoriento que empezamos a imaginar.

Su suelo de madera que solía crujir bajo los pies de los parroquianos, se silenció a la entrada de la muchacha.

Volví a mi dedo que había descendido hasta tu hombro, para ver como se quedaba en el aire al levantarte a cambiar el disco.

http://www.goear.com/listen/552c90a/amor-de-loca-juventud-buena-vista-social-club

De espaldas, trasteaste con mis discos, busqué el lunar de tu espalda sobre el que solían pivotar mis besos. Tu pelo recogido en una coleta se movía grácilmente intuyendo la música que iba a sonar. Antes de empezar a sonar Ibrahim Ferrer, ya movías la cadera en unos amagos de baile cubano. Me cogiste de la mano y empezamos a danzar por la habitación, mientras tarerabas la canción hasta llegar al estribillo que te sabías perfectamente "amor de loca juventud".

Y empezaste a narrar tú. Cruzaba en autobus la ciudad en la que los autobuses se llamaban guaguas, un muchacho algo despeinado de tanto repeinarse. Iba de camino al teatro, con una flor en la mano, con la mirada perdida, mirando su reloj, cuando aun no existían los móviles, y sólo importaba lo que tenías alrededor.

Nuestro baile acabó en un traspiés que nos lanzó sobre la cama, provincia de Uqbar, en la que nos buscamos los recuerdos bajo la ropa.




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