Días sin horas

lunes, agosto 15, 2011
 
a la mañana siguiente me despedí con un sincero "nos veremos" al cruzar el umbral de la puerta. No, - me dijo - cuando salgas comprenderás que no me necesitas. No encontraras la salvación bajo mi falda, ni bajo ninguna falda.
Con un rebufido cerré la puerta del ascensor. No comprendería lo que me había dicho hasta llegar a mi casa y encontrarme perfectamente cómodo con una cama de dos para uno.



Sigueme por RSS