Hay días que te quiebran la cintura, que te superan. Se van deshaciendo entre tus dedos y aunque ves que pasan, dejan un recuerdo sobre tu piel, manchada.
Supongo que por pura idealización me acuerdo de ti estos días, me dan ganas de llamarte y contarte lo que me pasa, lo que hace que se me desajuste el ritmo.
Pero no puedo hacerlo.
Y me recreo en mis recuerdos para reconstruirte y contártelo aunque no me escuches. Quemé las fotos y ahora te voy recreando y buscando por donde se me ocurre.
Supongo que en el fondo no me lamento de estar así, ni de desearte, aun tanto. Es algo que decidí yo, y ahora me pasa factura.
Este texto es sencillo, simple, sin giros, a veces sin sentido, pero quizá en su simpleza se esconda alguna esencia, que hasta a mi se me escapa.
Seguiré arañando el cielo de la noche para sentir otra vez el tacto entrelazado de tus dedos con los míos. No la quites.