Reatardece una vez más, el sol empieza a desbarrar en colores sin abandonar el mapa de mis rincones. Y mientras tanto, yo volviendo a tallar maderas de sensatez. Viviendo con intensidad cualquier momento o sensación, se hace más fácil comprar parcelas de cielo a las nubes. Otra vez reconstruyéndome, y muchas más que me queden. Seguiré esperando a que vengan las nubes para que empiece a llover, seguiré esperando a enhebrar hojas secas en hilos de sutura, seguiré esperando a que el otoño llegue.
Enfundándome de nuevo los ojos, mis ojos; reabriendo los brazos y las manos; recubriendo mi esqueleto de músculos y piel.
Tensando los dedos para incrementar la sensibilidad de las yemas de los dedos, y recorrerme la cara para reconocerme y rebautizarme como lo que quiero ser.