La soledad que oprime, que se reconstruye como un fantasma, que no deja ver lo que pueda suceder más allá de sus sábanas negras. De noche en la noche, que aprieta pero no abraza, sólo desgarra los dedos que se cogen a la luz. En el ocaso de algo, que sólo es esperanza de otro albor, yo me estoy muriendo por trozos. Hundiendo en la intensa oscuridad mi alma que grita desconsolada sola entre demasiados ojos que no miran.