Días sin horas

domingo, noviembre 26, 2006
 
Ya corre el invierno por las calles. Desenvainando sobre las caras de la tristeza que huyen en su diario movimiento a la rutina que les salve de contemplar sus heridas. Heridas sin ojos, maceradas al abandono de quien no quiere ver. Tantos pies aclamando el final de un camino que no saben ver, y en medio, ella, que sigue sin ser nadie. Sólo es en sueños, una túnica blanca, que ondea los domingos por la noche, para recordarme que la soledad es un plato que se come entre dos.
Ella que lleva una daga en la mano para salvarme de mi muerte, de los pies y de las caras sin ojos, que petrifican los árboles y sus hojas suicidas.
Yo la vi, mañana.
Yo la sentí, sin querer.
Yo la besé, sin sentir.

Comments:
Ella, más que en sueños vive en las aceras por las que caminan tus ganas, duerme sobre la almohada donde se recuesta tu ansiedad, te la bebes en el desayuno de algún recuerdo y abrazas la ausencia de un ayer impalpable que te dejó cicatrices en el alma...



Perdón por abrir la puerta sin pedir permiso... quizá no sea la mirilla de tu casa la que espié.




Muchos Besos, Kike.
 
Anda, si yo he hecho eso último el viernes.. Y quizás no debí hacerlo
 
No sé dónde cae todo eso, parece que se mete en mis sueños más que en mi consciencia, que es escasa durante el día.
 
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