Días sin horas

miércoles, julio 02, 2008
 
Déjame acunarte en mis brazos.
Déjame mecer tus sueños en mi duermevela.
Déjame acariciar tu cuello que tienta mis labios.
Déjame cuidarte pese al empalago.

Porque siento la necesidad de ceñirte a mi cuerpo, y sentir toda tu piel contra la mía. El vaso de besos derramado por tu vientre, que me recuerda la necesidad de volver siempre al sur de tu cuerpo, de nuestro mundo. Tú que me sugieres tantas ideas del Sur de mis recuerdos, de una Andalucía de casas blancas y bugambillas . La arena y sal seca en la piel, cristalizando los besos de playa que se vierten en tus hombros. El aire de los atardeceres de verano, que huele a mar y a frescura templada.

Comments:
Vale que la quieras, pero tanto como desayunar mimosín es para hacerselo mirar...
 
Jajaja, si es que te necesito por aquí.
Pero tú te pones igual en los primeros días, querido, dame un margen.
Además, si no, ¿de qué carajo escribo? Al próximo lo hago más crudo, o algo. :)
Besitos reina.
 
Mamón, para una vez que estoy al otro lado del espejo, me vas a decir que no me puede recrear??

Por cierto, aplomo no me pilla el teléfono... perrastodas
 
una vez al otro lado? Suelo estar yo del ladito romantico-pegajoso, y tú haces de mamonazo. Pero como tienes a la aplomo te voy a dar más caña que a una estera.

No te lo pilla? Busca otra... al fin y al cabo, es otra idealización. muakis, cariño.

Ya lo decía el Mascort... perrastodas...
 
perrastodas... Menos yo Ü





Muá!
 
jajaja... na... perrastodas ;) mua.
cómo va todo al otro lado de los andes?
 
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