Días sin horas

domingo, marzo 07, 2010
 
Levitaba confortablemente sobre el ir y venir de las notas. Intuía el siguiente compás aunque lo conocía de sobra; pero un músico nunca está seguro de lo que trae el siguiente segundo. El arrullo de los vientos daban a la melodía una sensualidad especial, y el sentía cómo iba con su bajo construyendo el puente de la canción por el que los demás podrían caminar.
La música en grupo tiene algo de embriagador, un gusto común que une más allá de lo racional, echando de menos esa sensación cuando aun la estás sintiendo.

Habrían unas cincuenta personas apiñadas delante del escenario improvisado en aquella alquería de la huerta, bailando, disfrutando con los músicos, sonriendo, notando que era un momento especial, y se contagiaban de ello.
Fue una gran noche.

Papa's got a brand new bag - James Brown

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Las latas de bebida se alzaban buscando una complice mirada de aquel que les hacía estremecer con su instrumento moviendo el cuerpo al ritmo de la música y excitandose al tiempo que las manos de los músicos recorrian cuerda a cada segundo con más fuerza.
 
Sí, fue un buen concierto. Nos lo pasamos bien. Me sentí genial, y la resaca del escenario me dura aunque hora me queda un poco lejos, no en tiempo ya que fue el Sábado.
Pero estoy esta semana trabajando en Londres, y entre el olor a moqueta y la cantidad de trabajo se desvanece la inspiración artística. Tierras grises y húmedas. Me recuerda a los veranos que pasaba aquí. Ya te contaré algún día.
 
Creo que compartimos verano sin saberlo... aunque yo guardo buen recuerdo de la ciudad y siempre que puedo me escapo unos días... el olor a moqueta es algo desagradable y la profundidad de alguna boca de metro me hace sentir escalofríos, pero tal vez sea que siempre he jugado a la independencia allí el motivo por el que ante la saturación mental el cuerpo me pide humedad y comida mala, un buen libro y algún pub que me permita desconectar.

Exito en el trabajo que es lo principal y un soplido con un poco de inspiración a ver si llega...
 
Movimiento de Alfil...

Allí estaba el con su bajo, tal vez ensayaba, tal vez estaba regalandome un concierto privado...

Me descongestiono tras un ciclo de diez dias de conferencias.
 
Compartimos verano? Agradable pensarlo.
No me malinterpretes, me encanta Londres, sólo que cada vez que llego ese olor me deja un poco aturdido.

Peon d7 a d5. Abriendo el juego.

Llevaba una media hora tocando el bajo. Sonaba demasiado crudo, un bajo sin otro instrumento más melódico suena como el traqueteo de un tren, hipnotiza pero no conmueve. Sin embargo, ella seguía allí, escuchando, imaginando más instrumentos.
Probablemente la música que sonaba era lo de menos, la música que se imaginaban era lo de más.
Ella, tumbada al otro lado de la cama, aun no había abierto los ojos.
 
Me he ausentado unos dias...

Al despertar todo cambio, desde la música hasta el caracter de aquel que soñaba con compartir sábanas hacía tan sólo unos días... ¿la razón...? nunca la supo.
 
Pero no había sido su realidad lo que había cambiado, si no su percepción de ella. Se dió cuenta de que aunque todos los elementos estaban dispuestos en el mismo sitio no tenían el mismo sentido, como si entre ellos no existiese coherencia. Y se desanimó. Se levantó de la cama, y salió de la habitación cerrando suavemente la puerta.

*te dejo un vídeo de lo que fue el concierto*
http://www.youtube.com/watch?v=Mfk_rEqE4Og
 
El concierto increible, una pelicula que intercala imágen en color y blanco y negro aparece mientras el cuerpo se desliza de un lado a otro al compás de la música.

El desánimo... tal vez dió por terminada una intensa partida de ajedrez, y quien sabe si el motivo de un comienzo de juego muchísimo más cauto o un tanteo del terreno de juego que poco a poco revive ese desánimo...
 
http://www.youtube.com/watch?v=TOrnaI03H18
aquí tienes otro vídeo.

y te dejo respuesta en forma de post.
 
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