Y sin epístola, ni noticia, me tienes. Paso los días en el espectro de luz oscuro de quien espera y vive para esperar, sin saber controlarse. Los días destejen los minutos que pasamos juntos, las palabras que escribiste para mí, las que yo me inventé sin ti, y aun así todo parece tener cierta coherencia temporal, como si aun fuera lícito esperar que me concedieras uno más, sólo uno más.
Será estúpido y pueril, pero como pesa tu recuerdo, promesa de un mundo mejor, de la salvación entre tus labios. Será que la espera unge la esperanza, en el extremo de lo sacro.